Hoy día existen en Japón, también en Okinawa, numerosas corrientes y grupos de Karate. Hemos seguido la historia de cinco escuelas que están al origen de la mayoría de las escuelas. Aquellas federaciones que buscan desarrollar el Karate como actividad deportiva forman la mayoría de esos grupos. Sin embargo existen en Japón numerosos grupos que por razones múltiples, se apartan en gran número y voluntariamente de la dominante corriente deportiva. Una de las más importantes razones es la de la incompatibilidad entre el Karate deportivo y el Budo. La multitud de tendencias existe también en el ámbito internacional.
El Karate “deportivo” se rige principalmente por la idea de competición deportiva en kata y en combate. El deporte se sitúa hoy día en el marco institucional contemporáneo y el Karate deportivo es el que mejor está organizado administrativamente. Las competiciones internacionales de Karate se inspiran habitualmente del modelo olímpico.
Pero existe un problema. De entre los numerosos practicantes, solo una minoría tiene la posibilidad de participar efectivamente en esas competiciones. La mayoría aplastante no participa y es ella la que soporta económicamente la organización federal cuyo objetivo es de conseguir los mejores resultados en competición. La línea central del Karate deportivo no satisface muchas veces al conjunto de Karatekas cuya edad y capacidades son diversas y cuyas motivaciones se sitúan fuera de ese marco. Estos desean de las federaciones deportivas una pedagogía que responda a una demanda más amplia que no formulan explícitamente. Para ello, es indispensable que los dirigentes abran secciones de estudio que permitan comunicar correctamente las otras vertientes del Karate.
La expansión del Karate deportivo empezo en 1970 a escala mundial y la población de Karatekas aumenta de año en año. Hoy existe un gran número de personas de entre 40 y 50 años que llevan unos veinte años de práctica. Lo cual significa por una parte, que la población de Karatekas ha aumentado, y por otra parte, que la diferencia de edad entre las generaciones se hace más importante. El Karate que ha conocido una difusión mundial, lo hemos visto, es el de una generación en busca de marcas inmediatas que elaboraron su arte esencialmente con adeptos jóvenes. Estos, estudiantes de las universidades Japonesas, empezaron las primeras competiciones. Los instructores Japoneses que salieron hacia distintos países en los años sesenta, habían sido formados en cuatro o cinco años por sus predecesores, también ellos muy jóvenes, ya que el Karate se había desarrollado tan rápido que faltaban maestros con amplia experiencia como los que hasta entonces habían asegurado la transmisión. Pero es precisamente el carácter dinámico y espectacular de esta forma de Karate que, a nivel internacional, atrae a los jóvenes. ¿Cómo satisfacer las necesidades de práctica a las distintas generaciones? La institucionalización del Karate deportivo se estableció partiendo de ése modelo de Karate para jóvenes y hoy los que lo han transmitido han envejecido y ya no son capaces de responder a las exigencias de su modelo de referencia. Hay que entender que ese Karate ya no conviene a personas de edad mediana cuyo cuerpo y madurez necesitan un método menos brutal, mas profundo en sutilezas técnicas y que les permitan reforzarse. Es un tema que el Karate de hace veinte años podía ignorar.
El Karate deportivo también se divide en tendencias. Las diferencias se sitúan en particular sobre las maneras de ejercerse en el combate: controlando parcial o totalmente, combate con armadura de protección parcial o total, combate con semi-contact o full-contact etc. Según las tendencias las katas ocupan distinta importancia. Gracias a estos dos criterios podemos distinguir las distintas tendencias de los estilos de Karate que se practican en la actualidad: el tipo (modo) de ejercicio para el combate, y la importancia de las katas en el conjunto de la práctica. Aunque las federaciones intenten unificar un número máximo de grupos, un considerable número de ellos aún se escurren a esas fuerzas unificadoras y se constituyen en corrientes criticas respecto a las tendencias dominantes.
Por una parte existen federaciones paralelas pero muchas veces contradictorias y, por otra parte, diferentes grupos que pretenden practicar Karate como Budo y se consideran incompatibles con todas las federaciones deportivas de Karate. La situación es muy diferente de la del judo que ha conseguido establecer una organización internacional sólida.
¿Es normal que surjan diferencias, pero porqué en Karate son muchas veces incompatibles?
A mi modo de ver, la causa profunda de esas divergencias no es debido ni a la forma de las técnicas, ni a las katas, ni a los estilos en el combate (kumité), sino a la falta de madurez del Karate en sí. Mas precisamente: el Karate no está lo suficientemente maduro ni en técnica, ni en sistema práctico. Hemos visto que al final de los años treinta, en un ambiente de unificación nacional, el Karate, arte provincial de Okinawa, fue incluido en el marco institucional del Budo, pero sin que una asimilación cualitativa le acompañe. Por otra parte, tras la guerra el Karate se ha incluido en la práctica deportiva, y ahí, otra vez sin que la disciplina haya evolucionado hacia el deporte. Sin embargo ha sido incluido en la muy estructurada institución del deporte.
Lo hemos podido constatar estudiando la historia del Karate. Si le gusta el Karate, hay que entenderlo con sus cualidades, pero también con sus lagunas; no conviene idealizarlo incondicionalmente.
Hoy muchos grupos de Karate se sitúan entre el Budo o el deporte, sin realmente formar parte ni de uno ni del otro. No es cuestión de negar el valor de alguno de esos polos para favorecer el otro. Está claro que el polo deportivo consiguió institucionalizarse en deporte internacional con reglas y limites técnicos. A la vez la formación del Karate como Budo, tanto en la concepción como en la técnica, sigue su curso desde los años treinta. El problema fundamental es la confusión de los dos, es decir, de dos disciplinas que llevan el mismo nombre, pero que empiezan a diferenciarse claramente. El polo deportista, más numeroso y más institucionalizado, intenta imponer sus normas al otro, mientras que las competencias requeridas para ambos son diferentes. La ideología y los objetivos del deporte son perfectamente válidos, a condición de que se definan como tal y así terminar con la confusión que establece al respecto la ideología del Budo. En efecto, las expectativas del Budo no corresponden a lo que aporta el deporte y el malentendido puede causar decepciones. Como deporte, el Karate está perfectamente constituido; pero, la formación del Karate como Budo está aún procesándose, aún está en curso.